

Mi nombre es Diego Ancalao Gavilán. Nací en la ciudad de Purén indómito el 13 de diciembre del año 1980 en el hospital viejo, Región de la Araucanía. Provengo de una familia humilde que me enseñó el respeto a las personas y a mi pueblo Mapuche. Soy el segundo de cuatro hermanos e hijo de campesinos. Mi padre, proviene del sector el Lingue entre Purén y Lumaco y; mi Madre del sector Cerro Alto de Purén. Vivo junto a mi familia y tengo cuatro hijos.
En mi vida se han presentado necesidades, pero he logrado superar las adversidades gracias a mi fe y a la ayuda de las personas que he encontrado en mi camino. Mi principal herramienta ha sido el trabajo persistente y mi convicción de ser mejor cada día.
“Todo es posible cuando existe fe y un sueño compartido.”
Mis primeros estudios los hice en la escuela G-49 y ya desde pequeño, comencé a ayudar a mi padre, acompañándolo en las labores de obrero forestal. Esta situación influyó profundamente en mi vida, ya que a esa corta edad me pude dar cuenta, que cuando se nace en la pobreza económico-social y la segregación racial, no hay más salida que la valentía para poder surgir.
Por eso, cuando hablo de la pobreza, no lo hago desde fuera, lo hago desde la realidad más cruda, porque sé que para los que nacemos en la exclusión, todo es más difícil. Sin embargo, la pobreza no es una condena, sino un obstáculo más a superar, volviéndose un desafío para la inteligencia y la voluntad. Esa es la fuerza que quiero compartir: es posible alcanzar nuestros sueños y vivir en un mundo MÁS justo.
Las vivencias de mi niñez me ayudaron a formarme con un espíritu de superación, haciendo frente a las dificultades, a la estrechez económica familiar y a los comentarios de personas que habían perdido la esperanza o que de manera malintencionada me decían: “tú no tienes la inteligencia para estudiar, mejor anda con tu papá de obrero”, “tú nunca lograras nada en tu vida, no sirves para nada”, lo que más tarde comprendí como ideas basadas en sus propias limitaciones aprendidas.
Mis estudios medios los realicé en el liceo Agrícola y Forestal la Providencia de Traiguén, donde gracias a mucho esfuerzo logré ganar la beca Presidente de la República, pudiendo licenciarme de la carrera como Técnico Forestal. A los 18 años ingresé a estudiar a la Universidad de la Frontera, a la carrera de Pedagogía en Educación Física, donde gracias a la solidaridad heredada de mi familia, pude destacar como líder juvenil, siendo elegido por mis compañeros, vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad.
Mientras cursé mis estudios universitarios, también participé como deportista obteniendo el premio del Círculo de Periodistas y DIGEDER, como el mejor de la región en la disciplina de Karate. En ese contexto, representé a mi comuna y al país en el Panamericano de Karate de Estados Unidos como seleccionado nacional y ex campeón sur americano. Egresé y me gradué con distinción máxima y honores el año 2005.
Con esta claridad y voluntad como sello vital, he tratado de demostrar que “querer es poder” y que el límite está en nuestras creencias a veces reforzadas por quienes cren en el “tú no puedes” o “es muy difícil” pero estas frases no deben ser escuchadas. Cuando se tiene un sueño hay que defenderlo y no dejar que nadie lo robe. Todo es posible cuando existe fe y un sueño compartido.
Mi vocación de servicio proviene no solo de mis convicciones, sino de muchas personas que me han apoyado en el camino, incluídos todos mis ancestros y su legado, de quienes viene mi fuerza, de su propio sueño que ahora se ha sumado al mío.
Por eso, estoy aquí para encarnar la fuerza de la soberanía y la dignidad, con un proyecto político que mira primero a los más vulnerables y a quienes ya casi han perdido la esperanza, para que su espíritu se levante y sean protagonistas del Chile que queremos.
Aquí caben todos, sin importar su condición económica, social, origen o religión. La construcción de este proyecto político requiere de todas las manos, todas las mentes y todos los corazones.
En nuestro país muchos viven en condiciones indignas que nadie se merece.
Los pueblos originarios, los mestizos y los pobres somos una realidad que muchos ignoran o simplemente no quieren ver. Yo no estoy dispuesto a que esta situación se mantenga. La apatía, la indiferencia y la resignación no son opciones para mí. Las cosas deben cambiar y nosotros seremos ese cambio.
¡Hoy me levanto como uno de ustedes y elevo la voz para demostrar que podemos alcanzar lo que queremos! Y que no necesitamos que vengan otros a explicarnos lo que somos y lo que podemos llegar a ser, ya que nadie puede hablar por nosotros, reconocemos nuestra valía, integridad y discernimiento. Venimos a cambiar la historia y a terminar con esta larga espera.
Ya no son necesarios intérpretes, padrinos ni garantes. Nadie puede expresar mejor lo que nos pasa que nosotros mismos. Entonces: ¿Quién puede representarnos mejor que uno de los nuestros? Por eso, yo seré esa voz que resuena en los templos del poder. Hemos levantado esta candidatura porque estamos cansados de falsas promesas que terminan solo en palabras y porque exigimos nuestro derecho al buen vivir.
Les digo a aquellos que administran este sistema incapaz e injusto que no esperen ingenuidades, nos hemos puesto de pie para revertir el mal diseño, la falta de equilibrio, equidad e inteligencia de quienes fabricaron esta máquina de pobreza, oportunidades segregadas, discriminación e injusticia; todo ello es lo que venimos a transformar.
“Esa es la fuerza que quiero compartir:
Es posible alcanzar nuestros sueños y vivir en un mundo más justo”
“Las cosas deben cambiar y nosotros seremos ese cambio”
Caminaremos juntos entre quienes intentarán detenernos, pero nuestra confianza y fortaleza se sostiene en la convicción de transformar una vida dura en una más justa, especialmente de aquellos que aún viven en condiciones inhumanas, por eso este proyecto no se sustenta en el desprestigio de nadie. Para mí todas las personas merecen igual respeto, aunque estén equivocadas o se sientan dueñas de la verdad.
Reconozco los aportes de varias autoridades, pero lo que está claro es que éstos no han sido suficientes. No descansaré hasta que el Estado resuelva los problemas que hoy nos agobian, ya no nos es posible seguir esperando buenas intenciones, se necesitan hechos no palabras.
En ese sentido, mi juventud no me descalifica para hacer bien esta tarea, mi condición de Mapuche no es un estigma o mi origen humilde una desventaja respecto a otros. Por el contrario, estas son mis fortalezas y mi orgullo, ya que he construido mi vida desde estas raíces que le dan sentido.
Aquí tienen a un hombre joven, con fuerza e integridad, sin temores, nacido en esta tierra de Purén Indómito –la tierra de los libertadores del pueblo mapuche, Pelantaro y Ancalemun–, capaz de superar la adversidad que conozco desde niño. Si ustedes tienen el convencimiento y la fe, seremos invencibles.

“Llegó la hora de pensar y ejecutar un proyecto para el Buen Vivir que nos devuelva la honra y la dignidad”
Algunos dicen que hoy no es el día para transformar nuestras vidas, que habrán de pasar muchos años para que alguno de nosotros, esté en este lugar para resolver los problemas del país, pero yo les digo que “hoy es ese día”, que llegó la hora de pensar y ejecutar un proyecto para el Buen Vivir que nos devuelva la honra y la dignidad. Tarea que es posible si ustedes se comprometen, en este minuto, ya que solo depende de su propia determinación y perseverancia hacer de Chile una sociedad más justa y equitativa, donde a nadie le falte nada esencial, nadie quede atrás y los frutos del trabajo alcancen para todos.
La tarea de refundar una República definida por la justicia, no será un regalo, sino más bien un triunfo. En ese camino, no tengo dudas ni temor alguno, pues he visto la grandeza y valentía de mis antepasados.